Bienvenid@s a mi blog, donde narro mis viajes en autocaravana a lo largo y ancho de Europa


miércoles, 3 de octubre de 2018

"UN BICHO EN AUTOCARAVANA", el libro de mis viajes



Singular guía de viajes divida en dos partes claramente diferenciadas. Un primer bloque narra el viaje desde el punto de vista personal, con vivencias y opiniones personales. El segundo se centra en la descripción detallada de la ruta seguida, con datos técnicos, geográficos, históricos y prácticos. Son viajes de largo recorrido realizados en autocaravana, y gran parte de los datos están dirigidos específicamente a este sector, aunque la guía puede ser usada por cualquier persona.
Recorre la Península Ibérica, los Pirineos y Francia, o cruza toda Europa hasta alcanzar el mítico CABO NORTE. Conoce los lugares imprescindibles, los rincones más escondidos y los servicios más prácticos, todos ellos localizados mediante GPS.



UN BICHO EN AUTOCARAVANA” no trata de ser la clásica guía que estudia y repasa minuciosamente un territorio o lugar concreto, sino que se centra en narrar y describir diversas rutas realizadas por el autor. Su largo recorrido y duración, también podrá ser desglosado por el consumidor a su gusto y/o según sus posibilidades.

La información adjuntada sobre los lugares visitados es un resumen de sus atractivos y servicios más interesantes y/o imprescindibles, tocando una amplia temática que abarca arte, historia, naturaleza o los lugares catalogados como Patrimonio de la Humanidad.
Se incluye, igualmente, información sobre servicios como aparcamientos, áreas de servicios, gasolineras, GLP, supermercados, restauración, ocio y zonas comerciales.
Todo ello se hace desde un punto de vista práctico, con una descripción resumida de los lugares en sí, facilitando datos sobre horarios, precios y dirección. Y para ello se ha aplicado un criterio económico, intentando buscar el mínimo coste o la gratuidad, siguiendo un criterio LOW COST.

Lo que convierte este trabajo en imprescindible es la localización mediante coordenadas GPS de todos los lugares mencionados, facilitando así el acceso a ellos. La información se completa incluyendo la ubicación de oficinas de turismo, donde complementar la información con mapas y todo aquello que necesite el consumidor.


             Publicado: 06/2018        380 páginas     




Esta publicación se puede adquirir vía internet a través de los siguientes enlaces:

Precio libro: 18.50€      Precio ebook: 8.50€




Y si te encuentras cerca yo mismo estaré encantado de venderte algún  ejemplar de la "especial" 1ª edición, de la que todavía  conservo alguno, pero date prisa.   Precio libro: 15€.

lunes, 9 de julio de 2018

LUGO



El paso por esta provincia fue más bien fugaz, siguiendo una ruta que no intentaba abarcarla en su totalidad, sino que estaba diseñada para llegar a tiempo a una de las fiestas de la ciudad de Lugo, para enlazar posteriormente con la “Noche Templaria” de Ponferrada (León). Pero vayamos poco a poco, kilómetro a kilómetro.

La primera parada en esta provincia fue en Monforte de Lemos, la única de las ciudades gallegas exploradas que se extiende sobre terreno plano, sin cuestas, escaleras ni colinas que siempre hacen más cansina la visita. Aunque hay una excepción, y en este caso se encontraba en el Monte  San Vicente, donde se levanta la antigua Torre del Homenaje y el Parador de Turismo, que ocupa el Pazo dos Condes y el Monasterio de S. Vicente. Se tarda más en leer estas líneas que ver lo que hay allá arriba.

El resto de la ciudad ofrece algunas visitas de cierto interés, no muchas, todas de pago, y no baratas.

El Colegio del Cardenal, llamado el “Escorial gallego” por su  tamaño (110 m de fachada) puede ser interesante si te va lo de la arquitectura, las iglesias y el arte (potente retablo y un par de cuadros de El Greco). En vista guiada por 4€, las fotos están prohibidas. Pertenece a la Casa de Alba y está ocupado por un colegio de  escolapios.

El Convento de las Clarisas es más de lo mismo. Vista guiada por 6€ y fotos no permitidas. Un excelente Museo de Arte Sacro y un variado repertorio de pastas y tartas que las monjas de clausura venden a través de un antiguo torno.


Siguiendo con rumbo norte llegué a Portomarín, lugar de parada y fonda para muchos de los que recorren el Camino de Santiago. Este pequeño pueblo basa gran parte de la oferta turística y de su economía en el alto volumen de “peregrinos” que lo vistan. La oferta de bares y restaurantes, y de clásicos albergues u otros tipos de alojamiento es interminable.



Su coqueto y diminuto centro (una calle son soportales, plaza con iglesia y ayuntamiento) tiene una ubicación con vistas al embalse de Belesar, haciéndolo  merecedor de un alto en el camino. Y si se dispone de un área de servicios para autocaravanas en el mismo centro … todo parece perfecto.

Aproveché la ocasión para ver la primera estación de penitencia de la selección española en el Mundial de Rusia:  España 3 – Portugal 3.


Deshaciendo el Camino, llegué a Sarria, otro de sus renombrados puntos de paso con hospedaje y restauración pasa satisfacer a un ejército, pero tras darle un paseo no le encontré nada interesante salvo una lavandería autoservicio. Algo decepcionado visité el cercano Monasterio de S. Julián de Samos, que impacta tanto por su tamaño como por su precio de visita: 5€ por una corta visita guiada de 40´ que muestra algunos de sus lugares de mayor interés, como la iglesia o un claustro totalmente decorado con frescos del s.XX.


Mientras tanto  . . .  la fiesta había comenzado en Lugo.



Tras ciertas investigaciones y autoconvencerme con poco esfuerzo, había modificado el ritmo y sentido de la ruta para poder llegar a tiempo de constatar lo que me habían “vendido” los carteles promocionales de “Arde Lucus 2018”, que hacía semanas que me perseguían. Los encontraba en escaparates de tiendas y cristaleras de bares, en los accesos de museos y monumentos, e incluso en paneles informativos públicos. 

Técnicamente se trata de la conmemoración de la fundación de la ciudad en el año 15 aC a partir de un campamento de las legiones romanas, y de la recreación de la reñida convivencia que durante 5 siglos mantuvieron con los castreños autóctonos y “salvajes”.  

En la práctica, se trata de una espectacular fiesta de 3 días (15-17 de julio)  en la que la población local se involucra totalmente, convirtiendo el evento en una especie de carnaval monotemático durante el cual el 80% de los paisanos viven disfrazados, participando en desfiles o simplemente disfrutando de la fiesta y las actividades, paseando por las calles o yendo de bar en bar.




Y a pesar de que se pueden encontrar múltiples recreaciones de las más variadas indumentarias, éstas acaban perdiendo su magia y encanto con accesorios extratempóreos.

La lista de actividades era interminable, con un programa de fiestas de más de 50 páginas imposible de gestionar. Por eso lo mejor era dejarse llevar, pasear sin rumbo e ir sorprendiéndose  por el camino con


esta falange romana que, haciendo maniobras de combate,  se paseaban por la calle ante el asombro y deleite de los transeúntes recién aterrizados en este “mundo”, donde el ambiente que se respiraba y vivía era bastante realista, trasladándote, con algo de imaginación, a un antaño que dejó tanta huella en nuestra tierra. La performance llegaba al punto de haber levantado por todo el centro multitud de campamentos de ambos bandos,  donde los esforzados guerreros encontraban su espacio de descanso y avituallamiento. Algunos de estos recintos mantenían sus puertas abiertas al público,



pero llegada la hora se convertían en espacios privados, y todas esas viandas quedaban fuera de alcance. 

Era la señal para dirigirse a la Praza do Campo y sus alrededores, donde se concentran, en número exagerado, los bares de “vinos y tapas”. En Lugo existe un desproporcionado número de restaurantes y mesones, dando pie al eslogan local  “Y para comer, Lugo”.

Tras dar buena cuenta de algunas de las exquisiteces locales nada mejor para facilitar la digestión con un paseo alrededor del monumento más importante y espectacular de la ciudad, su muralla romana, que es Patrimonio de la Humanidad desde el año 2000. Ésta rodea totalmente el centro histórico, con un perímetro de más de 2 kilómetros y  atravesada por 10 puertas.



Con un paseo de ronda accesible y totalmente transitable, algunos lo utilizan incluso como circuito para darse una carrerita.

Durante la estancia en la ciudad se celebró la segunda estación de penitencia de la selección española: Iran 0 – España 1. El único partido que llegaron a ganar en todo el Mundial, yo decidí escucharlo por la radio, aunque creo que no me perdí ningún espectáculo.

Finalizada la fiesta, y llevándome una grata experiencia, la ruta debía continuar. La última parada antes de abandonar la provincia llegó en Pedrafita do Cebreiro, cuyo puerto de montaña marca la frontera con la provincia de León. Con un excelente aparcamiento dotado de servicios y duchas con agua caliente, fomentan una parada que se puede aprovechar para comprar, en el pequeño supermercado del pueblo, un rico queso fresco de Cebreiro, con denominación de origen protegida.

Desde este punto un corto desvío de 5 kilómetros puede llevar al viajero hasta el diminuto pueblo de Cebreiro, otro de los puntos clave en el Camino de Santiago. A 1300 m de altura, su arquitectura de gruesos muros de piedra es una buena pista para imaginar el frío que puede hacer aquí en invierno. Albergues y restaurantes ocupan la mayoría de edificios, amenizados con varias tiendas de artesanías y recuerdos, una colección de típicas pallozas y un histórico santuario que fue protagonista de un supuesto milagro en el s.XIV.








“Cuanto mayor es una mentira, más verosímil resulta”

jueves, 28 de junio de 2018

ORENSE


Al entrar en Galicia todo se nubló. Los cielos zamoranos, de nubarrones que abarcaban toda la gama que va del blanco al morado, se habían transformado en monótonos y tristes grises. Un panorama capaz de agriar el carácter al forastero no acostumbrado a esta habitual situación que puede persistir durante semanas. Y para rematar el cuadro, la lluvia. Un elemento de impredecible previsión que siempre está ahí para joder, bien en forma de un eterno y cansino orballo, o como cortos y sucesivos chaparrones que parecen más un “riego gota a gota” sobre todo y todos.

Y si no tenía bastante con la meteorología,  también hizo acto de presencia la impertinente Ley de Murphy, que siempre llega para joder.  En una semana que había planteado de austeridad económica, me encontré en Allariz con la Festa do Boi. Y la economía se fue al carallo.
Siendo lunes, y tras haber pasado el fin de semana ya de fiesta, el pueblo seguía volcado en un festejo donde el plato principal es el buey. Aquí lo sirven vivo y  atado a una soga que manejan unos 10 mozos,  quienes los pasean a gusto por todo el casco viejo.  Se trata de una auténtica bestia, un tremendo ejemplar al que se podría mirar directamente a los ojos, sin bajar la mirada y si el valor  lo considera oportuno.
El centro de la fiesta está en la Plaza Mayor, llena de bares y restaurantes, por la que suelen pasar varias veces los mozos y donde la mayoría de asistentes se concentra alrededor de la bella iglesia románica. Eran las seis de la tarde, las calles estaban ambientadas y los bares llenos. Recuerdo que era lunes (28  de mayo), y el “paseíllo” no comenzaba hasta las nueve. La juventud, falta de emociones, esperaba la hora con ansiedad, para transformarla  posteriormente en una explosión de adrenalina “corriendo” delante del boi.

Al animal también lo sacan de paseo en sesión matutina (8h), para que la chavalería se sacuda las lagañas corriendo y burlándolo antes de dirigirse al colegio, al que llegan con un subidón de adrenalina tal , que no me gustaría ponerme en el pellejo del profesor ante la necesidad de controlar a los muchachos y ganarse su atención.

El turismo en solitario es agradecido, vas y ves lo que quieres, te regalas a tu ritmo, quemas la cámara de fotos y no tienes que dar explicaciones ni recurrir al “espera” o “ya voy”.  Aunque en fiestas, lo que apetece es divertirse compartiendo cachondeo, litros de cerveza o calimocho, o unos pinchos y unos vinos. Todo me vale. Pero todo no puede ser perfecto, se vive y disfruta como se puede, y como dicen por aquí, “con vino se anda el camino”. Evidentemente la adaptación al medio es lo primordial, y siendo lunes o domingo, la fiesta es la fiesta: cañas, quinto o botellín, ribeiro, albariño o tinto;   lo que encarte y como se llame.


En los alrededores del pueblo, escondido en el Bosque de O Rexo, el artista vasco Agustín Ibarrola ha vuelto a dejar su colorida y original huella.
Una rápida pasada por Celanova me permitió visitar el Monasterio de San Salvador, aunque dedicado al patrón de la ciudad San Rosendo. Es un inmenso lugar que esconde en su interior varias joyas que se descubren en una interesante visita guiada. Una de ellas es la diminuta capilla de S. Miguel, lo único que queda en pie del edificio original del s.X.


Volviendo a la ruta, pero a pocos kilómetros, resalta en el perfil del paisaje el torreón de Vilanova dos Infantes, con un coqueto e  interesante conjunto urbano medieval.

La estancia en Ribadavia confirmó la existencia generalizada de una arquitectura pétrea, dura, capaz de aguantar el frío y el orballo, y con un tono gris muy a juego con el del cielo que me acompañaba.

Un pueblo con amplio calendario de fiestas y festivales, siendo el dedicado al vino de Ribeiro, al parecer,  uno de los más destacados ya que le han dedicado un gran monumento bastante obvio. Es un reclamo que se traslada a bares y restaurantes de forma explícita.

Salvaba el problema meteorológico la eterna presencia del verde de campos y montañas allá donde miraba. Era realista y sabía que todo cambiaría con la llegada de los rayos de un sol que se estaba haciendo de rogar demasiado. Así que mientras esperaba pacientemente, iba acumulando kilómetros y descubriendo aquí y allá pequeños rincones de belleza natural muy variada.

Uno fue la Pena Corneira, un Monumento Natural en el que sorprende el tamaño y la cantidad de rocas o bolos dispersos en un entorno, que como muchos otros en Galicia, ha sufrido la devastación del fuego.

Otro fue la Ruta del Pozo dos Fumes, que con un circuito alrededor del pequeño pueblo de Pazos de Arenteiro,  copia el curso de un encajonado y asalvajado riachuelo discurriendo siempre por un frondoso bosque.

Ourense capital está bañada por el amplio y caudaloso río Miño, cruzado por multitud de puentes de todos los tipos y épocas.

No teniendo mucho que visitar, dediqué el domingo para regalarme un día de “vacaciones”, aprovechando la coyuntura  para ver las carreras del mundial de motos  y probar algo de la cocina gallega.
Si algo hay que destacar de la ciudad son sus sorprendentes baños termales,  hasta entonces desconocidos para mí. A lo largo de la orilla del río son diversos los manantiales existentes, que han sido reconducidos a diversas piscinas termales totalmente equipadas y gratuitas. Una de ellas se encontraba a escasos 300m del aparcamiento habitual para autocaravanas, por lo que se convirtió en habitual un baño matutino para comenzar el día. Gran parte de los jubilados que ocupaban el aparcamiento, pasaban charlando y en remojo toda la mañana.

Pero más sorprendente fue la piscina termal de As Burgas, en pleno centro histórico y también de uso libre.
No podía faltar la catedral de turno que, como todas, regala tesoros y esconde sorpresas para su visitante.
El regalo lo dejó uno de los canteros que trabajó aquí, quien firmó una de las portadas de acceso con este original capitel.
La sorpresa, más bien desagradable, llega con este Cristo de madera, recubierto de piel natural.
El detalle cultural lo pone un reputado belén expuesto permanentemente en otro punto de la ciudad, la Capilla de S. Cosme, con un claro ejemplo de tradición popular  y donde no sólo se adora al Niño.
Tras una larga semana de estancia en la ciudad, obligado por una impertinente e imprevisible lluvia pero bien sobrellevada por una amplia oferta de restauración y unos más que saludables y relajantes baños en las termas, vuelvo a la carretera.

9 de junio:

La larga estancia en Ourense, con algunos días sin salir de casa, hace que el cuerpo pida campo y ejercicio. Encuentro lo que busco en el pueblo de Esgos, donde comienza la Ruta del Camino Real. Un pequeño recorrido de 9 kms por un bosque del que rezuma agua hasta de las piedras. Un entorno de cuento y leyendas, de meigas y duendes,

tan atractivo que ni el trazado  del Rally de Ourense se resiste a él.
Ha sido una soleada, larga y entretenida mañana, un sorpresivo regalo que Galicia ha guardado hasta el día de mi cumpleaños. Son cuatro docenas de castañas bien hermosas las que me caen hoy. El regreso del sol ha sido el presente que mejor me ha sentado. Su luz y calor son un bálsamo recuperador sin precio.

De vuelta a casa … sólo queda comenzar la fiesta.  - ¡¡¡ Va por ustedes ¡¡¡ -.
Al día siguiente volvió a lucir el sol, aunque el que se levantó nublado fui yo. Una espesura gris envolvía mi cuerpo, y los restos de la fiesta, repartidos por toda la casa, eran bastante evidentes. Pero no había tiempo que perder. No iba a desperdiciar un radiante día, un cielo azul que pedía a gritos marcha.

Y eso fue lo que hice. En media hora estaba rumbo a la Ribeira Sacra, una de las comarcas más reputadas de toda Galicia, tanto por su naturaleza y su historia, como por sus ricos vinos.

La primera parada fue en el Monasterio de Sto. Estevo do Sil, el más grande e importante complejo monacal de los 18 que se pueden encontrar por estas tierras. Su atractivo y ubicación es tal que en el año 2004 se convirtió en Parador de Turismo.

El encargado de elegir los lugares para abrir nuevas instalaciones de la cadena de Paradores de Turismo de España tiene buen ojo y mejor gusto. El río Sil discurre unos centenares de metros por debajo del Monasterio, en un profundo cañón  bordeado por una estrecha y serpenteante carretera que va dejando ver pinceladas, gracias a varios miradores, del magnífico espectáculo que el curso del río brinda al visitante.

Parada do Sil  tiene el mirador más alto, y posiblemente, el más espectacular y mejor accesible.

Castro Caldelas, presidido por un elegante castillo y con una deliciosa repostería llamada bica amantecada.
Desde aquí se puede acceder a otro mirador y al único puente que permite cruzar el Cañón. Pero para ello hay que descender hasta sus profundidades y volver a remontar  sus paredes.


Decidí  seguir remontando el curso del río hasta llegar a A Pobra de Trives, donde un desvío de 21 kms me  llevó hasta  Cabeza de Manzaneda (1778 m alt), cima que ahora acoge una estación de montaña. Su nombre quedó grabado en mi memoria hasta el fin de los días como uno de los que durante la EGB te machacaban mecánicamente en las clases de geografía.

Por fin  iba a conocer la montaña cara a cara, y a fondo, pues incluso me acosté con ella. Pero a la mañana siguiente se mostró muy fría conmigo, aunque antes de marcharme me regaló este algodonoso amanecer.


La última parada antes de cerrar el periplo por esta provincia fue en el Santuario de N. S. de As Ermidas, más espectacular por el entorno que lo acoge que por el santuario en sí. En el fondo del Cañón del río Bibei y rodeado de verdes montañas, es otra visión magistral de la naturaleza y geografía gallega.



“El hombre es como el vino. La edad agria los malos y mejora los buenos”

Cicerón