Bienvenid@s a mi blog, donde narro mis viajes en autocaravana a lo largo y ancho de Europa


lunes, 30 de octubre de 2017

CASTILLO DE NEUSCHWANSTEIN

-Martes,  8 de agosto:
Desde Innsbruck vuelvo a hacer otra pequeña incursión en Alemania, esta vez para visitar el inconfundible  Castillo de Neuschwanstein. Su increíble aspecto de cuento dicen que inspiró el de Blancanieves, aunque el Castillo de Ussé (Francia) y el Alcázar de Segovia (España) también se otorgan este mérito.

Lo indiscutible es que su imagen se encuentra en todos los manuales sobre  castillos y guías de viaje, provocando un efecto llamada de proporciones escandalosas: 6000 visitantes/día; 1,4 millones/año.
Con la llegada del verano, los 82 millones de alemanes han comenzado a desparramarse por toda Europa como una incontenible marea humana que lo va inundando todo. Ya en los Dolomitas (Italia, junio) el 50% de los motoristas que circulaban eran alemanes; en Austria la mitad de los coches que he visto circular tenían matrícula alemana; Berchstesgaden colapsada; Neuschwanstein igual o lo siguiente.
Autocares, coches y autocaravanas atascando los accesos, parkings abarrotados, vehículos ocupando kilómetros de arcenes. Colas interminables para obtener un billete (llegando a las 8,30h a la taquilla y tras 1h de cola, éste marca las 12 como hora de entrada). Y para rematar la faena cierto abuso en los precios: 8,5€ el parking y 13€ el castillo, visitado en grupos (30-40 personas) que se suceden cada 10´.

Pero las molestias, la espera y la visita valen la pena. Todo para contemplar el capricho del rey Ludwig II, “El Loco”, quien enamorado de la Edad Media, quiso recrearla y vivirla en su propia casa de finales del s.XIX. Tras su muerte, el faraónico y desfasado proyecto quedó inconcluso.


Un mirador desde el Puente Marienbrucke da esta visión global de la construcción. El acceso es gratis pero con otra larga cola de espera.



Si lo que buscas es imitar  las fotos más famosas del castillo deberás subir toda una montaña para conseguir el ángulo adecuado. Pero la fachada principal de entrada estaba cubierta por andamios y lonas, lo que me ahorró una buena caminata.  Uffff !!!.



El lujoso capricho está levantado en el municipio de Hohenschwangau, donde se encuentra también el Castillo homónimo. También tendrá su interés, pero  éste que queda eclipsado por todo lo anterior y, en mi opinión, por unos precios abusivos. Visita combinada a los 2 castillos: 25/23€.

Finiquitada la visita  regreso de nuevo a Austria para seguir cruzándola en dirección oeste rumbo a Suiza. Para ello elijo la carretera 198 que discurre por el Valle del río Lech. Se trata del ejemplo perfecto de valle, con el fondo plano, verde y sembrado de casitas de madera.
Lástima que un cielo negro lo cubra y no pare de regarlo. No queda más opción que contemplarlo desde la ventanilla mientras devoro kilómetro tras kilómetro.


-Jueves,  10 de agosto:
Sigue lloviendo, y las opciones de hacer turismo a pie vuelven a desvanecerse. No hay más entretenimiento que continuar la ruta rumbo a Feldkirch, el destino de hoy y el último pueblo antes de pasar a la cara Suiza. Aquí aprovecharé para abastecerme de comida y gasoil.

Antes de llegar hice un par de paradas para comer y poner al día los mapas, la ruta, el diario y mi cabeza. A estas alturas, ya no puedo ni elegir donde parar. Lo debo hacer en los pocos lugares donde me lo permiten, pues por aquí son algo reacios a las autocaravanas. Y el que fabrica los carteles que prohíben el acceso, aparcar o pernoctar se debe  estar forrando.

Ahora los ratos de ocio los intento llenar como puedo: comiendo (más de la cuenta por aburrimiento), durmiendo, escribiendo, aporreando la guitarra y mirando al techo mientras le doy vueltas a todo dentro de mi cabeza. Rutinas y costumbres asimiladas casi mecánicamente y perfeccionadas durante 5 años,  han creado una estructura y una forma de vivir que se está desmoronando con la maldita avería del ordenador.

Hoy llega el momento de despedirme triste y tristemente de Austria, tras pasar los dos últimos días bajo los nubarrones y la lluvia.






“Sólo es triste la verdad cuando no tiene remedio”

Joan Manuel Serrat






















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