BURDEOS Y LA PENÍNSULA DE MÉDOC

BURDEOS:   CIUDAD  DE  VINO

Burdeos ya es historia. Han sido cinco días completitos y variados.  Tiempo ha habido para todo. Para  hacer footing a lo largo del río Garona (el mismo que nace en el Valle de Aran), para hacer shooping en  centros comerciales,  para la siesta, para leer, para tener una cita y sobre todo para hacer turismo: a pie, en bici, en tranvía.

Ciudad mediana (230 mil hab), abierta, donde la gente  gusta de la calle, de acercarse al gran paseo de los muelles del río, cubiertos de parques, jardines, áreas de ocio y deporte., Vienen para pasear, correr o simplemente tirarse en el césped a ver pasar las nubes.  Muchos de ellos circulan  en bici, en la suya o en la del ayuntamiento, recorriendo los cientos de kilómetros que discurren  por  todos los rincones de la ciudad.

Burdeos se hizo grande en el s. XVIII con el comercio con América, y todos los edificios tienen el mismo patrón.  Dos o tres plantas, construidos con grandes bloques de piedra blanquecina y rematados con tejados de pizarra. Y entre estos edificios , varias decenas de iglesias, donde la que no es medieval, copia el estilo. Tres de ellas son Patrimonio de  la Humanidad, al igual que todo el Puerto.

También hay que destacar, y muy mucho por el uso que se le da, la gran cantidad de WC automáticos y gratuitos repartidos por toda la ciudad. Nunca he visto semejante despliegue de medios. Nunca había paseado tan tranquilo, sabiendo que tenía el culo cubierto.

Pero también existe un lado malo y otro oscuro. El malo es la total falta de respeto a los peatones en los pasos de cebra. A pesar de la normalidad a la hora de conducir, se vuelven unos …….. al llegar al paso de peatones: simplemente te ignoran y no pasarás  si no te tiras al asfalto.   El lado negro, me ocurrió la segunda noche estando instalado en los aparcamientos de El Lago, en la periferia del centro, a seis paradas de tranvía del centro. Es una gran zona de esparcimiento, con grandes áreas de césped,  pic-nic,  una pequeña playa, rutas para bici y running,… pero al llegar la noche se queda muy solitaria, pues los edificios más cercanos están a unos 500 m. Esa noche sobre las 21 h, ya estaba totalmente solo  preparando la cena, cuando comencé a escuchar una música bastante alta. Atisbando por la ventana muy discretamente observé muy sorprendido y preocupado como tres negros rastafaris habían aparcado a tres metros de mi casa, y a un metro de su coche habían encendido una hoguera en medio del césped para cocinar “cualquier cosa” en una gran olla. Y allí estaban con su música a todo trapo y sus cervezas en mano, avivando el fuego y ahumando tanto su coche como sus cuerpos.

La cosa no pintaba bien, y mi imaginación no dejaba de crear posibles desenlaces de la noche. 

Ninguna de mis fantasías acababa bien, ninguna me alegraba mucho, por lo que apuré la cena  y me largué de allí “sin más”. Por suerte tenía otro posible destino para aparcar, que resultó ser  más tranquilo, más cercano al centro y con un WC de esos automáticos a 15m. ¿qué se puede pedir más

PENÍNSULA  MÉDOC:   DUNAS,  PINOS  Y  MAR

La Península de Médoc es un nuevo retorno a la naturaleza, a las dunas, los pinos y los pueblos fantasmas.

La costa continúa siendo una  duna continua que se levanta desde   de un océano en continua batalla con la orilla. es la orilla de una playa que se extiende ininterrumpidamente  durante más de 100 km.

La creación de la duna costera fue facilitada por la mano del hombre, para proteger la tierra interior del avance de las dunas móviles, que finalmente quedaron fijadas al terreno  tras la plantación de millones de pinos.

Ahora estos bosques de pinos son aprovechados como recurso maderero, y los turistas los surcan por los miles de kilómetros de pistas ciclables y senderos  en ellos creados.

Los varios lagos que completan esta zona, la convierten es un destino turístico de primera, pero debe ser solo en los meses de verano: junio-septiembre, porque a fecha de hoy son pueblos fantasmas, con casi todo cerrado, sin movimiento alguno, salvo los incondicionales surferos, que aparecen  como los heavys con un concierto de AC/DC.

Para hacer vida con la AC todo está muy acondicionado, aunque fuera de los pueblos, ya que en ellos no dejan aparcar por la noche. Abundan las área de servicio, aunque la mayoría son de pago. Hay que rebuscar para encontrar los buenos sitios y  gratis. Haberlos  hay los.

Compañía  no he encontrado, pues si las AC abundan por allá donde voy, el 95% son parejas de franceses en edad de jubilación. Muy poco atrayente.  La interacción con los autóctonos va a costar.

Y hasta aquí la ronda informativa de hoy, acompañada con un nutrido extra de fotos, para los interesados. Hay que aprovechar el servicio brindado por McDonalds.

                               “Hay una raza de hombres inadaptados

                                 hombres  que no pueden detenerse…

                                 …y que vagan por el mundo a su antojo…

                                 …Llevan en sí la maldición de la sangre gitana

          y no saben descansar”