Sábado,
5 / 7 / 14
Esta mañana me he levantado en Quimper, un
estupenda ciudad catalogada como “Ciudad de Historia y Arte”, con todo un
centro histórico peatonal, con su río y sus canales, pero con el handicap de no tener un parking
apropiado. Estoy en un aparcamiento público, entre el río y una gran avenida,
de donde mañana me desalojan por celebrarse un triatlón. Si le sumas una lluvia
impertinente, todo me lleva a tomar la
decisión de abandonar la ciudad, aunque seguramente vuelva a final de mes, pues
se celebra un importantísimo festival de música celta, el Festival de
Cornouaille.
El destino es
prometedor: la Punta de Raz, en el cabo Sizun, un “Gran Site de France”, la máxima categoría
que se otorga en Francia a un lugar, tanto por su importancia como por su
protección. La Gran Duna de Pilat también tenía este distintivo.
A pesar del mal tiempo, el lograr el nuevo
objetivo de la ruta con un buen aparcamiento gratis me provoca un subidón
subidón: salto y grito hasta que la casa se balancea, y ganas me dan de
abrazar y besar (lástima de no tener a alguien al lado). Me calmo un
poco, lo justo para desempolvar la última copa que me queda y llenarla de vino
para brindar al cielo y celebrarlo por mí y por una misión cumplida. Después
del primer trago me acuerdo de todo/as aquellos que me gustaría que brindaran
conmigo.
¡Va por ustedes!
La
alegría lleva al vino, y el vino trae alegría. Círculo vicioso de bonita
combinación.
El desasosiego y la incertidumbre que arrancan conmigo al abandonar el último campamento, han dado paso a la
euforia total. No cabe más gozo. Está
lloviendo, e incluso así, soy la persona
más feliz del mundo. Estoy donde quiero, aparcado como quiero, la copa llena y la sartén esperándome. Si
saliera o saliese el Sol sería un mundo perfecto, me quedaría en la Tierra de Nunca Jamás.
Quizás demasiado presuntuoso. Me conformaré con
celebrar S. Fermín, que si bien ya era una fiesta remarcable en mi vida, desde el año pasado lo es más, pues allí me estrené con la “casa” el año pasado. Hoy, un año después, creo que no me
arrepentiré de haber tomado este camino.
Una vez recuperada la cordura, he encontrado una emisora de radio española a
pesar de no ser las 10 de la noche.
¡Joder! , no paro de sorprenderme,
el buen rollo no cabe en casa, solo falta encontrarme una bolsa llena de billetes de 500. El mar, que es muy buen
conductor del sonido, me trae noticias desde Santander y Bilbao. Escucho que los maricas también están
de celebración en el Día del Orgullo Gay, aunque lloran en Brasil por la lesión
de Neymar. Literalmente nunca llueve a gusto de todos.
Mi lluvia continúa toda la tarde, pero no me
resisto a dar un paseo y reconocer los alrededores de mi nuevo domicilio.
Vuelvo a casa mojado, pero más contento si cabe. Lo que he visto….
Le grito al cielo que puede llover cuanto
quiera. Estoy bien pertrechado de víveres y agua, y no me pienso mover de aquí
hasta ver brillar el Sol. No he venido aquí a luchar contra los elementos, pero
pienso chulearle al mal tiempo.
Domingo
6 / 7/ 14
Amanece lloviendo, pero no me importa, me he levantado contento. Me leo unos capítulos de “El Quijote” en la cama, mientras mi cuerpo
y mi mente se van despejando poco a poco.
Salgo de la cama para prepararme el desayuno:
zumo de naranja, tostadas y pavo (el desayuno siempre es muy sanote, pues ya
tendré tiempo durante el día de confraternizar con grasas, colesteroles y
alcoholes). El tiempo sigue inestable,
ahora llueve, ahora no, ahora si, ahora no, por lo que me visto adecuadamente y
me voy de excursión. Destino la Punta de Raz.
El cabo Sizun tiene dos puntas acantiladas
separadas por una bahía con una preciosa
playa.
En la Punta de Raz (la famosa) han instalado un
Centro de Interpretación, bares y tiendas y cobran 6 € por aparcar (15 por dormir). Por eso me he marchado a pocos kms, a la
Punta de Van, donde la información rebuscada en internet me decía que había
parking gratis. Y es verdad, y además con unos lavabos estupendos. OLE !!!
Ambas puntas están unidas por el Sendero
Costero GR 34, un viejo conocido que voy encontrando de vez en cuando, pues recorre toda la costa
atlántica francesa. Este tramo concreto bordea los acantilados, dejándote si
quieres a un palmo del abismo; ante una costa destrozada, llena de rocas caídas
y de islotes arrancados al continente y moldeados por el oleaje, escondiendo
pequeñas calas inaccesibles a pesar de sus llamativas aguas turquesas.
Cuando vuelvo a casa después de haber visitado
la Punta de Raz (4 h ida y vuelta) y de
haber examinado la Punta de Van, debo decir que es más espectacular la de Van,
aunque no tenga faro. Mejor para mí.
Aparcamiento gratis y lavabos a 10 metros. Podría decir que solo me falta el
bar, pero esta vez, sabiendo donde iba, me lo he traído en el maletero.
Martes 8 / 7 / 14
Las 7 de la tarde. Derrotado pero contento. Hoy
ha amanecido un día radiante, y he vuelto a la Punta de Raz, esta vez
corriendo. Un poquito de deporte siempre va bien, y unas fotos del lugar con
buen tiempo también.
Sigo aquí, hipnotizado por el lugar, por el
vaivén del océano, por el murmullo de las olas
y por el griterío de miles de gaviotas de todas las marcas, de los
negros cormoranes siempre secándose al sol y de otros muchos que no sé como se
llaman.
Esta noche volveré a sentarme en una piedra al
borde del acantilado, a ver la puesta de Sol. Será la última. Mañana toca
mudanza.
Próximo
destino Audierne y su puerto pesquero, en busca de una buena pieza que poner en
la mesa.
Viernes 11 / 7 / 14
Audierne:
Pero no es oro todo lo que reluce, ni esto es
el país de jauja. Se ha estropeado el ratón, que digo yo que será de la caña
que lleva. También hay desperfectos en la bici, que también lleva su trote (unos
1500 kms): he tenido que cambiar un neumático por gastado y un cable del cambio
por roto.
Hoy toca lavandería. No le puedo dar más
vueltas a los gayumbos y las toallas
huelen a perro mojado. Mientras miro como da vueltas el bombo, comienza a llover.
De camino a casa, paso a través del mercado
semanal, lleno de colores y olores
todos comestibles . La boca se me
derrite, los dientes me crecen y la barriga ruge de placer. Compraría de todo,
más que hambre es vicio gastronómico.
Pero no me paro, llevo la colada limpia, seca y dobladita, y me queda un trecho hasta casa. Y sigue
lloviendo.
En casa me queda otra guerra, hoy toca
peluquería. Mientras procedo no tengo
que contemplar un cielo plomizo que solo augura más agua. Son las 12 del
mediodía.
Con los deberes hechos, voy a regalarme lo
único que me puede alegrar: jambalaya de Nueva Orleans, un arroz picante con
salchichas ahumadas y gambas. Después la
siesta.
Me levanto y todo sigue igual de mal. Así que
decido levantar el campamento a ver si un cambio de aires ….
Una vez en ruta, todo son fracasos. No
encuentro alguno de los sitios que tenía marcados, y otros son un puro fraude turístico. Por fin
llego a un destino interesante: Locronan, aunque esta vez me tocará pagar 5 €
por noche. Sigue lloviendo, y he perdido
las sintonías de las emisoras españolas al alejarme de la costa. Totalmente deprimente.
PD: por suerte al día siguiente salió el sol y
pude disfrutar de un pequeño pueblo casi peatonal, catalogado como “Petite Cité
de Caractere”. Calles adoquinadas, llenas de flores y flanqueadas por nobles
casas de piedra, herencia de una época floreciente en la que la fabricación de
lonas y velas para barcos se exportaban a toda Europa. Mi guinda la encuentro
en la Grand Place, escenario de más de 30 películas (aunque la única que
reconozco es “Tess”, de Polanski) y presidida por la iglesia de S. Ronan.
Martes 22 / 7 / 14
Mientras se cuecen unas futuras “papas arugás”,
retomo la conexión con mucha faena acumulada.
En los últimos días he visitado Península de Crozón, repleta de puntas,
acantilados, bahías y playas
y también algunos pueblos muy fotogénicos
repletos de monumentos y demás cositas
Hoy he vuelto
a Quimper. Comienza el Festival de Cornouaille. Música callejera,
pasacalles musicales, conciertos gratis y de pago, bailes, chiringuitos y
muestras de artesanía. Todo ambientado en el floklore bretón y celta. He vuelto a mi antiguo aparcamiento entre el río y una avenida. Bien situado,
pero ruidoso y rodeado de otros coches.
Tengo el programa de fiestas, he comprado alguna entrada y tengo sed de
música, de fiesta y de cerveza. Ya os
contaré.
Viernes
25 / 7 / 14
Han sido tres días de festival, suficientes
para cansarme, conocer algo de cultura
bretona y saturarme de música. Durante el día, escenarios públicos por donde
desfilaban grupos regionales provocando
un baile colectivo muy vistoso, mientras que por las calles desfilaban las
bandas con sus gaitas, sus trompetillas
y sus tambores animando un ambiente plagado de turistas.
A partir de las 19h comenzaban los conciertos de pago en varios escenarios repartidos por la
ciudad. Me he atrevido con dos jornadas.
La primera de rock, con tres conciertos consecutivos, donde destacaré al grupo
Merzhin. La segunda de música folk bretona, turca y balcánica, con otros tres
conciertos, con las muy bailables
canciones de Pavan Takin. En fin, un no
parar.
Pero
tengo los depósitos llenos de aguas residuales de todos los
colores, ninguno agradable.
Debo
continuar ruta, a la búsqueda de un área donde poder vaciar y repostar agua. Mi
destino son los Montes Arrée, los más altos de Bretaña, con su cumbre de 384 m
en la Roca Trévezel.
Por el camino me he encontrado con Pleyben, un
pequeño pueblo sencillo , pero que en su centro conserva un maravilloso
Monumento Histórico: el “enclos paroissial”. Terreno sagrado donde se asienta
un conjunto arquitectónico que agrupa iglesia, sacristía, osario y calvario,
todo ellos rodeado por un muro con una entrada monumental. Este tipo de construcción solo se encuentra
en la parte central de Bretaña, y es realmente espectacular.
Hasta los que solo ven en las iglesias algo
arcaico, sectario y adoctrinador, encontrarían la belleza en un lugar asi, o al menos le pondrían una vela al santo
patrón de las barbacoas
Instalado me encuentro y Montaña de S. Michel el lugar se llama. Uno
de esos lugares….
donde las vistas van más allá del paisaje y del
horizonte.
Viernes
1 /8 / 14
¡Ya llegó el agosto, que disfrutéis de las
vacaciones!
Deseos que os hago llegar desde Lannion, en la
costa norte de Bretaña. Ahora toca serpentear
por la accidentada costa bretona para cerrar el círculo en Mont St.
Michel (otra vez, si. Es que han inaugurado una pasarela nueva de 1 km sobre el
agua, y quiero estrenarla). Pero eso es
el futuro, y está por verse.
El camino hasta Lannion, ha sido
lento, tranquilo y sin
sorpresas. Cruzando pueblos con
bosques de cuento como el de Huelgoat
Villas históricas como Morlaix
desde donde inicié una jornada ciclista de 78
km para llegar a la punta exterior de la bahía, visitando un par de pueblos.
Saint Pol-de-Leon, con sus
monumentos y sus playas
y Roscoff, con sus playas, islas y puertos: el
puerto antiguo para barcos de pesca y de recreo, y el puerto comercial para los
ferrys a Inglaterra. Quizás algún día le de uso.
Por estos mundos la vida sigue siendo igual de
tranquila, todo lo tranquila que yo quiero que sea. Normalmente los despertares alrededor de las
8 son pausados, siempre leyendo en la
cama el libro del momento. Aunque a veces y sin haber llegado ni siquiera a la
segunda página, tanta armonía zen se rompe porque mis tripas ya se han
despertado antes que yo.
Sobre
las 9 hay que saltar de la cama para llegar a la cocina y preparar la comida
sana del día: zumito natural, pavo y su
correspondiente pan con tomate.
A las 10 hay que estar en perfecto estado de
revista para recorrer las calles en busca de algo nuevo, quizás de alguna
anécdota.
Tocan a retirada a las 14,
hay que dar media vuelta y poner rumbo
casa. Toca comer y después la siesta.
Sigo siendo español. Y si han quedados algunos flecos sueltos, ya habrá tiempo
de coserlos.
Las tardes suelen ser más variadas. Se puede
salir de nuevo, o quedarse en el
comedor, donde no hay tiempo para el aburrimiento. Se puede elegir entre
seleccionar y clasificar fotos, planos o mapas, preparar la nueva entrada del
blog, preparar la ruta de los próximos días, estudiar futuros viajes, o
simplemente rascarme la barriga viendo una película, aunque esto último suele
quedar reservado para la cena.
Y si entre tanto jaleo queda algo de tiempo
siempre se puede dar “un barrío y un fregao”.
Esta es la historia de un día normal, pero se
sabe que los días normales no suelen abundar, porque surgen imprevistos,
cambios de última hora, o aparece algún gilipollas para joder un plan perfecto.
Hasta pronto, se os quiere y se os añora.
“Viajar es pasear
un sueño” – M. Leguineche
Hoy hace 38 años que nací, y se me acaba el día y sé positivamente que tengo que decirte que cualquier veredita que cojo, me lleva a tu casa...
ResponderEliminarDejaré miguitas de pan por el camino para que encuentres la dirección.
Eliminar¡FELICIDADES!
Esta vez te lo has currao, has hecho un buen trabajo tanto en el texto como la fotografía............. para eso supongo te has tomado tu buen tiempo de preparación; aunque mucho , mucho , mucho stress no creo que tengas.
ResponderEliminarBuenos acantilados gastan éstos bretones.........
Felicidades Sofi, y a ti granduñon sigue cansándote montado en bici, caminando por parajes insospechados e inesperados y observando todo cuanto te rodea para luego ilustranos a todos.
Bon viatge ....
Totalmente de acuerdo con Hermano Mayor, esta es sin duda tu mejor entrada, ha merecido la espera!!!
EliminarMoltes gracies, viniendo de tu parte tomo el comentario muy en serio.
ResponderEliminarLo que me he tomado son unos cuantos barriles de vino que inspiran mucho y alivian el stress.
Estos bretones tienen de todo. Ya lo hemos ido viendo: megalitos, playas, fiesta, acantilados y lo que te espera en la próxima entrega supera a los acantilados. Así que yo seguiría pendiente de la próxima entrega....
Pedaleo y ando, todo lo que puedo, y aunque nunca llegaré a pillarte, se hace lo que se puede, y si no se puede, se lleva la casa al sitio, se abre la puerta y ya está: un nuevo espectáculo en el jardín.
Chulo lo del festival celta y esos pedrolos megaliticos.
ResponderEliminarUn par de santos más como el de la parrilla y me meto monaguillo (mártir ya lo soy).
Sin duda ninguna que a ese santo en vez de cirios le ponen butifarras.
Un abrazo amigo.
Hola amiguete!!! veo que sigues vivo y que todavía te queda humor. Sigue así, es el único camino. Siento no llevarte ninguna piedra de recuerdo, pero como ves no me cabían en la casa.
ResponderEliminarRespecto al Santo, debo confesar que Malena me ha informado de que dicho santo es S. Lorenzo, y que verdaderamente es el santo parrillero. Yo no se si quedarme con éste o con el dios Baco (el del vino), que tiene rango más alto.
Abrazo fuerte.
Hola guey... como bien dicen los dos tipos de arriba, esta entradita es, hasta el día de hoy, la más merecedora de halagos. Cierto que no has contado una mierda (cómo desayuno, duermo, leo, voy y vengo, me mojo, etc), pero precisamente por no contar nada y ser tan entretenida tiene un gran mérito.
ResponderEliminarMe gusta a lo que huelen estas palabras... el viento se te va metiendo dentro.
Mil besos y millones de felicidades retrasadas a la gran Sofía.
Mil besos para ti.
Aquí el que cuenta cuentos y escribe guiones eres tú, yo solo me limito ha intentar pasar a palabras lo que voy haciendo, viendo y lo que me pueda suceder. Si no cuento una mierda es que no hay mas mierda que contar. Pero esta mierda me gusta y ya me va bien. Nunca pensé que la mierda pudiera o pudiese llegar a ser entretenida.Y si nos ponemos en este plan, las palabras olerán a mierda, es obvio.
ResponderEliminarBuenos días todos y todas,
ResponderEliminarescribo en relación al Santo de la Parrilla y a su conexión con El Escorial, ya que me comentan desde el lado oscuro que tan monumental edificio tiene forma de parrilla en honor a San Lorenzo (por lo visto fue quemado en Roma con este modus operandi) y que es el Sto Patrón de estos lares...
GRACIAS A TODOS LOS QUE ME VAIS FELICITANDO, un besazo
Para estar las iglesias vacías, hay mucho pseudobeato y mucha cultura religiosa repartida por ahí. Mejor será que os dediqueis a las barbacoas, que es mejor llenar la barriga que el espíritu (santo), que solo se alimenta de unas tortitas de trigo muy pequeñitas.
ResponderEliminar¡Ay los chorros del oro!, que si no me equivoco el pagano este me está llamando pseudobeata. ¡A mí! Que una vez por año como poco me trago todo el rito cristiano, con su letanía, su coreo (me pongo de pie, me vuelvo a sentar), sus tilines incluidos... bien es verdad que aguanto el "teatro" si después me hinco entre pecho y espalda un bocata de panceta muy hecha... Y es que no me sale nada barato el mantenimiento de este bendito cuerpo que Dios Padre me dio, amén (todos te hacen la puñeta y yo también)
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