Bienvenid@s a mi blog, donde narro mis viajes en autocaravana a lo largo y ancho de Europa


viernes, 21 de abril de 2017

CIAO, ITALIA !!!


Tras partir el 3 de abril, cierta opinión comienza a fraguarse sobre este país tras 20 días de viaje, aunque 6 de ellos hayan transcurrido en Roma. Pero siendo la capital creo que debería ser un referente fiable para las próximas semanas, o no.

El trayecto elegido para llegar hasta este nuevo destino ha sido marítimo. 20 horas de monótona navegación desde Barcelona a Civitaveccia (Roma), a excepción del paso por el Estrecho de Bonifacio,  que nos proporcionó entretenimiento durante 1 hora con bellas vistas de las islas de Córcega y Cerdeña.

La fortuna hizo que pudiese desembarcar el primero, pero ésta se esfumó a los 100 m de recorrido, cuando la aburrida policía de aduanas eligió al primer cordero que asomó la cabeza para llevarlo al matadero. Tras varias preguntas y comprobaciones decidieron poner a trabajar al perro antidroga de servicio. Al pobre animal se le pusieron los ojos en blanco, aunque no soltó ni un ladrido.
Debe ser que a la tapicería aún le queda humo pegado del verano pasado. Este contratiempo alargó las preguntas y registros durante media hora, hasta que la enésima negación de portar cualquier sustancia prohibida les hizo desistir de  un registro integral que podría durar varios días.

Salvado el escollo me dirigí a mi primer destino, un breve alto en el urgente e ineludible camino a Roma, ya que quería tenerla finiquitada antes de su invasión durante la Semana Santa.

La Necrópolis etrusca de Cerveteri (Patrimonio de la Humanidad) fue la primera visita. Una extensa ciudad de los muertos con enormes construcciones circulares, cuya función era servir de vivienda al difunto en el otro mundo.


Recorriendo sus calles se repetía en mi mente la imagen de la ciudad perdida de King Kong.

Con el gorila dando vueltas en mi cabeza, cansado del viaje, aturdido por un idioma desconocido y nervioso por el nuevo reto, me dirigí a Roma.
Habiendo conseguido aparcamiento con relativa facilidad no me entretuve mucho con la comida, tras la que me dispuse a ubicarme en la ciudad. 1 hora de viaje y dos transbordos: metro-bus-metro.
Toda la tarde para comprar el bono de transporte adecuado (7días/24€), un diccionario y una tarjeta pre-pago adecuada para el modem durante mi estancia en Italia, además de  un mapa en condiciones en la Oficina de Turismo.  Y para casa.  Cero turismo, aunque apabullado por lo que pude entrever.
Al día siguiente comenzaba “la conquista” de Roma, prolongada durante 6 intensivos días. Madrugando siempre entre las 5 y 7 am., con un buen desayuno en el cuerpo y el bocata en el zurrón, me marchaba a descubrir la ciudad. 
Pero hay un dicho: “Roma, non basta una vita !!! (“Una vida no es suficiente para Roma”). El número, grandiosidad  y variedad de monumentos lo certifica, por lo que hay llevar  preparada la lección. Bastan unas horas visitando los magníficos e insuperables monumentos romanos que se mantienen en pie,




contemplar sus tremendos mausoleos y recorrer los interminables restos  arquitectónicos del Foro


para deducir que el  romano fue un gran imperio, poderoso, inteligente y rico.  Y hoy, sus descendientes siguen viviendo del legado que los antiguos  les dejaron en herencia.
Legiones de turistas se pasean por sus calles y se apelotonan en sus monumentos, todo fuertemente protegido  por la operación “Strade Sicure” del ejército. Y aún no ha llegado la Semana Santa.
Roma se ha convertido en una ciudad temática, invadida durante todo el año por los turistas, como le ocurre a Venecia  o a la misma Barcelona.

El apabullante legado romano  convive con el que han ido dejando otros a lo largo de los siglos. Es el caso, por ejemplo, de la Columna trajana, del año 113, que sigue en pie frente a la enorme mole del Altar de la Patria, inaugurado en 1911. Sólo una calle los separa, pero con 20 siglos de distancia.



Durante este tiempo, artistas/arquitectos han ido perfilando la imagen de una ciudad reconocible  gracias a los documentales, al cine o  a las novelas,  tan bien vendida que todos quieren ver y tocar.

Piazza di Spagna: construida por los franceses en 1725, tomó este nombre por la  embajada española ante la Santa Sede del Vaticano que allí se encontraba y que todavía sigue abierta. Es uno de los lugares predilectos por  los turistas para sentarse al sol a descansar, colapsando la escalinata, y la plaza también.


Piazza Navona: emblemático lugar lleno de palacios, fuentes e iglesias, donde artistas como Bernini o Borromini se enfrentaron a través de sus obras. Destaca la Fuente de los Cuatro Ríos, obra del primero.


Pero en la Ciudad Santa la religión juega un papel muy importante, representado por centenares de iglesias y basílicas de todas las épocas y facturas. Entre todas ellas podría destacar por su importancia,  espectacularidad y desmedida ostentación la de il Gesù. Su interior, decorado en oro y mármol, era un reclamo para atraer a los fieles, igual que a las urracas. El despilfarro máximo se concentra en la capilla donde está enterrado el español S. Ignacio de Loyola, fundador de la orden de los poderosos jesuitas.
Una espectacular pintura en trampantojo en la bóveda completa el apabullante escenario.


La Iglesia Nueva es de las menos afortunadas por la fama, aunque su decoración bien merece la visita.


Pero el premio gordo se lo lleva la Ciudad del Vaticano, el Estado  soberano “más pequeño” del mundo al que le falta tamaño y le sobra riqueza y visitantes. Entre dos y tres horas de cola para visitar sus dos grandes tesoros (Basílica de S. Pedro y Museos Vaticanos) a no ser que te levantes a las 5 para ser el primero de la cola. Pero si no quieres madrugar puedes optar por comprar in situ un tour guiado al doble del billete básico, y así te podrás librar de gran parte de la espera. Todos hacen negocio, la Iglesia  la nº 1.
La Basílica de S. Pedro, de extraordinaria arquitectura rematada por Miguel Ángel, es la 2ª basílica  por tamaño del mundo (187 m long., y capacidad para 60 mil personas).  La 1ª está en Costa de Marfil !!!.



Su interior guarda reliquias, tumbas y obras de arte de todas las épocas, formas y tamaños. Pero donde verdaderamente se almacenan es en las 1500 salas de los Museos Vaticanos,  imposibles de recorrer en un sólo día. Y a pesar de ello somos miles los curiosos que a diario recorremos sus atascados pasillos y salas como una procesión de zombis poseídos, parando sólo ante una obra reconocida para tomar una foto.



Fotos que están prohibidas en la Capilla Sixtina, donde los aborregados zombis somos conducidos hasta el centro de la sala por un ejército de ujieres que no para de gritar -AVANTI !!!,  NO  FOTO !!! -.  Es la misma imagen que se ve en las películas de John Wayne cuando, con 10.000 cabezas de ganado,  atraviesa el pueblo por la calle principal  hasta conducir el rebaño al corral, donde las reses comienzan a dar vueltas hasta perder la inercia de la marcha. Pues nosotros igual, vueltas y vueltas en círculo  contemplando la explosión de color que se desparrama por las paredes y el techo de la Capilla.

Un  fabuloso punto y final a 6 maravillosos días de “lucha y conquista”, donde hubo tiempo para encontrar la extravagancia, siempre presente. Sea en una antigua tumba del Renacimiento


o en el diseño de un moderno Auditorio del s.XXI con  forma de cucaracha.


Y tras la batalla, llega el descanso del guerrero. Yo encontré mi hueco de paz junto al Lago de Braccia, de origen volcánico, donde recuperé el aliento para seguir la ruta.


Unos cuantos kilómetros al volante me han servido para confirmar la mala fama que los italianos tienen al volante, nada comparable con los criticados portugueses. Aquí las líneas continuas no significan nada.  Pero es en la ciudad donde se aplican al máximo en su actitud. Si caben dos en un carril, mejor que uno, y si no caben se invade el carril contrario. Si supuestamente hay varios carriles (no suelen estar pintados) la locura aumenta y comienza el dominio del “más valiente” y del que pita más. Aunque si no tienes mucha prisa te puedes ir comiendo un rico cucurucho con dos bolas de helado mientras avanzas lentamente por atascadas calles y avenidas. Hablar con el móvil es la infracción menor.
Y si eres peatón se aplica la misma fórmula. Sólo cruza la calle el valiente que se lanza al paso de cebra, que una vez en él los conductores suelen parar.
La sorpresa desagradable ha llegado con la carretera, cuyo asfalto viejo, bacheado, agrietado, roto y parcheado es el pan de cada día en pueblos, ciudades, carreteras y autovías. Y con este plan, el tintineo de la vajilla y el crujir de los muebles es el soniquete que me acompaña al volante entre parada y parada.

Una de éstas tuvo lugar en el Palazzo Farnese, en el pueblo de Caprarola. Una gran construcción pentagonal donde todas sus estancias están cubiertas por deslumbrantes frescos manieristas.


La ciudad de Viterbo fue la siguiente víctima. Con un centro histórico amurallado, fue residencia papal durante el s.XIII, época de la que proviene uno de sus atractivos: el Palazzo dei Papi.


Algunos siglos después se construyó el Palazzo dei Priori (palabra que para algunos tiene más de un significado), sede del actual Ayuntamiento, y donde los pintores también hicieron unos buenos acabados.


Y como broche a este primer tramo, la espectacular Orbieto, donde el Papa Clemente VII se refugió en 1527 mientras nuestro Carlos V saqueaba Roma. La ciudad se levanta sobre un promontorio escarpado


donde el Papa mandó excavar profundos pozos para abastecerse de agua ante un posible asedio español. Este es el Pozo  S. Patricio, de 53 m de profundidad  y con una doble rampa en hélice para llegar al fondo.


Pero la joya de la ciudad es el Duomo o Catedral, con una fachada que recuerda un elaborado retablo.





                                                                             Saludos y hasta la próxima


PD: dedicado al Fresa de Tarazona.