-Domingo, 20 de agosto:
Dejando
atras el país de las prohibiciones,
llego al de las carreteras con el asfalto puesto en época de Mussolini.
Ahora el juego del gato y el ratón, en lugar de ser con los contenedores de
basura, es con los baches y agujeros del firme.
La
llegada a Turín tuvo lugar ayer
a las 17h, tras 8h al volante. Pero no fue hasta las 18,30h cuando
definitivamente saqué la llave del contacto. Con la dirección de 3 aparcamientos
en la agenda, comprobar su existencia fue como viajar de Guatemala a
“Guatepeor”, aunque todos ofrecían servicio de aguas gratuito.
1-El
primero era una gran explanada de hierba y grava que más bien recordaba un
cementerio de elefantes, donde autocaravanas viejas, destartaladas, abandonadas
y/o desguazadas, parecían estar
aparcadas para la eternidad. Algunas albergaban ocupantes, otras sólo apuntaban
movimientos sospechosos en su interior.
Yo
era el único extranjero, el único con aspecto de turista. Una situación extraña
que, en agosto y en Turín, me cohibió y me hizo probar suerte en otro de los
aparcamientos.
2-El
siguiente se ha convertido en un asentamiento étnico dejado de la mano de Dios
y del ayuntamiento, con el servicio de aguas funcionando como ducha, y donde el
recibimiento te lo da uno de los “vecinos” exhibiendo una oronda y desnuda barriga
donde tienen cabida todo tipo de dibujos y tatuajes, incluyendo una pistola a
tamaño natural. Una forma muy sutil y efectiva de ahuyentar al prójimo.
3-Tras
el nuevo descarte decidí probar con la tercera opción, que resultó ser el
parking de una zona verde, pero demasiado solitaria y alejada del centro.
Tras
darle la vuelta a la ciudad, agotadas las opciones y sin ánimo de más aventuras, regresé al punto de inicio junto con mis elefantes, con la esperanza de
que el pequeño cuartel de carabineros situado en el acceso sirviera para
inspirar cierto orden y tranquilidad en el lugar.
Tras
aparcar definitivamente, mi prioridad fue ponerme cómodo y fresco para
relajarme y desconectar con algo de música y unas cervezas.
Pasada
la primera noche (sin fantasmas), y recuperado del cansancio y estrés del día
anterior, todo vuelve a brillar, incluido el Sol. Poco a poco voy tomándole confianza a un aparcamiento
que cada vez parece menos malo. Todo permanece en su sitio. Sólo me falta reencontrar en Turín mi versión más turística y disfrutar de la ciudad.
El
primer día en la ciudad ha sido toda una revelación, descubriendo lugares tan
variopintos como el Duomo S.
Giovanni, donde guardan a cal y canto la Sábana Santa, aunque una copia fotográfica
se exhibe en otro templo (Real Iglesia de S. Lorenzo).
Derrochando lujo se presenta el Palacio Real, con
una de las armerías más completas y lujosas de Europa.
Y
sorprendiendo por su originalidad y diseño, este bloque de viviendas que, a
semejanza de un frondoso bosque, incluye río y lago en la zona comunitaria de
la planta baja.
Al
regresar a casa he comprobado que todo continúa en su lugar. Definitivamente este
es un parking de la ostia, aunque no todos opinan lo mismo. En estos dos días,
una docena de pretendientes a vecino, tal y como entraban volvían a marcharse.
-Martes, 22 de agosto:
Pero
al tercer día ya eran tres las autocaravanas que se arremolinaban a mi
alrededor, … en habiendo sitio para dar y vender. Con tan buena escolta,
abandono el nido para regresar al centro de la ciudad.
En
el menú de hoy, el sobresaliente Museo Egipcio ofrece un variado surtido de
momias, sarcófagos y otros milenarios elementos.
La
antigua fábrica Fiat, transformada en un gran centro comercial con dos hoteles
y un centro de congresos, sigue escondiendo en la azotea su vertiginoso
circuito de pruebas.
Esta
reliquia del diseño industrial de la primera mitad del s.XX, comparte escenario
con la extravagancia de su dueño, el Sr. Agnelli, que ha instalado su pinacoteca
personal en este moderno añadido.
Y
una vuelta por el nuevo estadio de la Juventus sirve de postre a este recorrido
por una ciudad que ha resultado ser un buen destino turístico, variado,
sorprendente y con un gran centro histórico monumental muy agradable de pasear.
-Miércoles, 23 de agosto:
Tras
estos agradables días en Turín, pongo rumbo a Francia, donde tengo prevista una
parada en Briançon. Alcanzado el destino
a la hora de comer procedo a ello para salir de paseo por la tarde. Pero cuando
ya estaba con el postre, la Ley de Murphy me cambia el agradable Sol que me ha
acompañado todo el día por una tormenta veraniega.
Espero
a que amaine con un café; sigo esperando con un chupito; la espera continúa con
un cigarro; pero mi paciencia no da para
más, no me apetece. Definitivamente estoy en modo “regreso” y no voy a forzarme
a visitar algo sin ganas. Me vuelvo para
España, aunque no directamente a casa, sino a Tarazona, lugar que le pondrá
merecido final a otro viaje, como ya hizo allá por el agosto de 2015.