Bienvenid@s a mi blog, donde narro mis viajes en autocaravana a lo largo y ancho de Europa


viernes, 16 de septiembre de 2016

FINLANDIA

Después de atravesar Noruega de sur a norte, ahora le toca a Finlandia en sentido inverso. El cambio de país no solo supone el cambio horario, de moneda y de idioma, sino también un cambio radical en el paisaje.
Si Noruega presentaba una agreste, abrupta y salvaje fisonomía de profundos valles con paredes verticales , afiladas montañas, fiordos, nieves perpetuas y campos de hielo, cascadas, etc, la oferta natural de Finlandia es totalmente diferente.

Este país es básicamente naturaleza en estado puro. Un 70% de su territorio está cubierto por bosques, y otro 10% por lagos (188.000). Así que se puede decir que Finlandia es una mezcla de lagos y bosques en un terreno prácticamente plano, donde la cota máxima está junto a la frontera noruega, con 1328 m.
Una mezcla que puede resultar algo monótona cuando circulas por las rectas carreteras siempre flanqueadas por bosques, pero que no deja de ser hermosa. Será por ello que el 9% del país está protegido bajo la forma de Parque Nacional (35).
Obviamente existe una gran diferencia entre el virgen y salvaje norte y un sur más civilizado y transformado.

Esta vez la travesía no ha sido en solitario, sino junto a Sofia. Diferente y maravillosa, la convivencia continua 24 horas al día, 7 días a la semana, durante 35 días, puede llevar a recordar puntualmente mejores momentos en solitario. Simples pensamientos pasajeros que pierden su sentido en 5 minutos.

Tras dejar Cabo Norte como el mito conquistado, nos dirigimos rumbo sur atravesando Laponia.
Ahora, ciertamente mejorado de salud, y con una geografía más agradecida, las excursiones van a multiplicarse.

Nada más cruzar la frontera encontramos la Reserva Natural de Kevo. Pero como ya venía siendo habitual, el mal tiempo nos tuvo atascados dos días en el aparcamiento, esperando la ventana oportuna para recorrer parte de los 40 km de la Garganta de Kevojoki. Fue misión imposible y nos tuvimos que conformar con un pequeño sendero de orientación de 3 kms. Lo recorrimos en dos ocasiones aprovechando el hueco entre tormenta y tormenta.

3 kms que en el primer recorrido se convirtieron en un paseo de 3 horas. El descubrimiento de lo que ha sido una constante durante todo el viaje, tanto en la montaña, en el campo o en la ciudad, nos entretuvo un poco.
Miles y miles de setas de todos los tamaños, formas y colores sembraban el suelo del bosque. Una extraña locura nos poseyó, corriendo de un lugar a otro, señalándolas con el dedo y mostrándonoslas el uno al otro. Aquí una gigantesca seta de más de un palmo de diámetro, allá una agrupación de varias decenas. La locura fue completa, pues por momentos creíamos estar en un mundo de cuento, lleno de hadas, elfos y pitufos




Siguiendo ruta paramos en Inari, junto al gran lago del mismo nombre, con sus 3000 islas. Es la capital de Laponia, con Parlamento propio para los lapones o sami. Pero la ciudad, como en la mayoría del país, poco atractivo ofrecía. Amplias calles y pequeños edificios de construcción sencilla, servicios básicos en el centro
y supermercados a la entrada o la salida.

Estaba claro que la mejor oferta turística del lugar estaba en plena naturaleza, como el Parque Nacional Urho Kekkonen, donde su mayor altura, 718 m, privada de vegetación debido a la altura y a su extrema latitud, ofrece la posibilidad de apreciar el infinito bosque.


La meteorología había mejorado lo suficiente como para atrevernos con nuestra primera excursión, aunque pertrechados con equipo completo de lluvia. Esta fiel compañera de viaje fue apareciendo intermitentemente durante todo el trayecto, aunque pudimos esquivarla con gran suerte gracias a las innumerables cabañas y refugios repartidos por todo el parque.


En nuestra siguiente parada, el Parque Nacional Pyhä-Luosto, pudimos comprobar que estas instalaciones se iban a convertir en una constante en cualquier zona con senderos o caminos señalizados, llegando a ofrecer servicios y comodidades impensables e inesperadas. Retretes, campamentos de fuego con barbacoa leña y hacha, refugios diurnos con cocina, cabañas para pernoctar.



Pero aunque el sol nos sorprendía por momentos y nos regalaba su caliente aliento, la constante era así


Para cambiar de aires y de paisajes nos dirigimos a Rovaniemi, una ciudad con cara y ojos, aunque de factura ya conocida: amplias avenidas, bloques de viviendas, áreas comerciales y un centro peatonal que no ofrece ningún rastro histórico, solo una escultura en honor al grupo Lordi, ganador de Eurovisión en 2006.


La nota cultural la ofrecen las obras del arquitecto Alvar Aalto y el Museo Arktikum sobre Laponia y el Ártico, donde vimos nuestro único alce.


Y la parte lúdica la encontramos a pocos kilómetros, en la Aldea de Santa Claus. Un complejo turístico y comercial con tiendas, souvenirs, renos, un pequeño museo temático y un Santa de barba falsa que cobra 25 € por foto. Los más pobres y tacaños nos conformamos con uno de Lego


Uno de los reclamos principales de la Aldea es su gran oficina postal, donde grandes y pequeños pueden hacer realidad la ilusión de toda una vida


y otro es fotografiarse con la imaginaria línea del Círculo Polar Ártico, pintada en el suelo para tal fin


La euforia del momento reclamaba una celebración acorde, y lo hicimos con buen jamón serrano español, quesos varios, “caviar” noruego y vino francés. La fiesta fue notable, y se prolongó tanto que acabó con la botella de cognac.

Habiendo saludado a Santa, visitado su casa y con las cartas en el buzón, solo nos quedaba reposar la fiesta del día anterior. Para ello elegimos un área de descanso de carretera a la que ya habíamos echado el ojo previamente. Situada a orillas de un lago, aparcados junto a una pequeña playa y con barbacoa y todos sus complementos al lado, solo se escuchaba a Sofía pedir a gritos - ¡barbacoa, barbacoa! -.
Así que de nuevo hubo fiesta, esta vez de salchichas de reno y chorizo, acompañado con patatas asadas.


Para quemar tanto exceso de colesterol, grasa y alcohol, nada mejor que una buena caminata. Y que mejor sitio que el Parque Nacional Oulanka, en el extremo sureste de Laponia, junto a la frontera rusa.
Es uno de los parques más importantes del país, con una de las rutas a pie más famosas, Karhunkierros ó
El Anillo del Oso, de 80 km en línea.
Nosotros nos conformamos con un pequeño tramo, aunque nos tuvo 8 horas caminando atravesando turberas,


disfrutando de lagos y de silenciosos bosques, donde la presencia humana y el canto de los pájaros era prácticamente inexistente.


Eso sí, refugios, campamentos de fuego y setas, nos acompañaron durante toda la dura jornada.




Varios día estuvimos recorriendo este magnífico parque. En otra zona un río se precipitaba por unos espectaculares rápidos, que aunque parezca imposible, quedan totalmente cubiertos de nieve en invierno.


No menos espectacular fue el hallazgo a pocos minutos a pie del aparcamiento, de un nuevísmo campamento de fuego, totalmente equipado, y que hizo renacer en nosotros el deseo,


el deseo de otra barbacoa, con más salchichas, esta vez ahumadas. Siempre salchichas, pero son lo más recurrente para tener en la nevera, además de existir una infinita, variada y barata oferta en el supermercado.


Pero nuestro menú ha sido variado, destacando con la llegada de Sofía, el descubrimiento del auténtico salmón ahumado, totalmente diferente del que se ofrece en España, que en verdad no está ahumado. Y también de la caballa marinada, que casi llegamos a aborrecer “de tanto usarla”.


Aunque vayas donde vayas, siempre encontraras el auténtico sabor español, o al menos su imagen


Esta fue la sorpresa de Oulu, ubicada en lo más profundo del Mar Báltico, y cuyo centro se asienta sobre varias islas unidas por puentes. Aquí volvimos a ver el mar y la playa, pero el baño se resistió de nuevo.
El trayecto Oulanka – Oulu, casi en horizontal, cruzando el país de este a oeste, marcó el fín del virgen y salvaje norte, pues comenzamos a ver los primeros campos cultivados y las primeras granjas.

A partir de aquí comienzan las “grandes” ciudades, cuya mayor distinción es que todas disponen en el centro urbano de Kauppatori ó Plaza del Mercado, donde se instala a diario un mercadillo de comida fresca o cocinada, y donde se ubica también el Kaupahilli ó Mercado Cubierto, que aunque vistoso suele ser más caro que el supermercado. Y no hay término medio, pues colmados y tiendas de comestibles son inexistentes.

Tras la fugaz visita al mar, volvimos a adentrarnos en el corazón del país, que por estar más civilizado no deja de mostrar interminables bosques, siempre salpicados por miles de retorcidos lagos.

Y llegamos a Kuopio, en la Región de los Lagos. Una ciudad aceptable, con ambiente, bares de copas, buena oferta cultural y deportiva, y donde encontramos una espléndida Kauppatori en plena efervescencia festiva, con una Feria Gastronómica y escenario incluido. Y a pesar del salmón y la caballa, un buen cerdo asado consigue adeptos en cualquier lado.


Después de cenar salimos a dar una vuelta por la Feria, pero sorprendentemente estaba todo cerrado, muerto.

La Torre de comunicaciones de la ciudad, en la Colina Puijo, tiene unas tremendas vistas a 360º, que permite hacerse una idea de la magnitud de lagos e islas interiores que configuran la mayoría de la geografía país.


La colina sirve para senderismo en verano y el sky en invierno, incluido un estadio de salto de trampolines. Kuopio también nos ha permitido disfrutar de una auténtica sauna tradicional de humo ó sauna seca.
La Sauna Jatkankamppa es una de las mayores del mundo, con capacidad para 60 personas, y con su correspondiente lago para los baños de agua fría. La particularidad es que es mixta, y así pudimos disfrutarla juntos durante toda una tarde.


Y con el cuerpo limpio y depurado, y el ánimo renovado, seguimos rumbo sur haciendo un pequeño alto en el camino en Savonlinna para visitar el fotogénico Castillo de Olavinlinna. Construido en una pequeña isla, anualmente se celebra en su interior un importante festival de ópera.



La siguiente parada fue en Lappeenranta, la capital de Carelia del Sur. La región fue dividida tras la 2ª Guerra Mundial, y ahora la parte norte pertenece a Rusia.
Es una ciudad de veraneo a orillas del lago Saimaa, y está a 1 hora de S. Petersburgo, por lo que es un destino muy popular entre los rusos.
Las casi 14 mil islas y los 4400 km2 del mayor lago del país, vuelven a ser otro claro ejemplo de la complejidad de geográfica del lugar.
Y aquí si. Aprovechando un aparcamiento inmejorable frente a una pequeña playa y un soleado día, desplegamos todo nuestro arsenal veraniego, y por fin conseguí disfrutar del ansiado baño.


Mantuvimos el chiringuito montado hasta ver una impagable puesta de sol mientras cenábamos al aire libre


La fiesta se alargó hasta bien entrada la noche, y el cielo nos regaló varias estrellas fugaces y un satélite.


Y finalmente llegamos a la gran capital, Helsinki. Sorprendente ciudad, agradable y tranquila, que puede presentar dos caras bien distintas



La Fortaleza de Suomenlinna, en primer plano, forma parte del catálogo del Patrimonio de la Humanidad, aunque su extensión es tan grande (6 islas y 800 habitantes) que la imagen de fortaleza queda muy diluida.

Una ciudad que mezcla la imponente arquitectura del s.XIX levantada durante el dominio ruso, con una amplia muestra modernista de principios del s.XX, época en la que el país consigue su independencia (1917).


Y donde casi todo está en obras: el Parlamento, la Catedral luterana, el Museo Nacional, el Estadio Olímpico

La oferta cultural es inabarcable. Pero algunas expresiones artísticas llegan al frikismo, a la excentricidad o a la simple alucinación del autor, como suele pasar con el arte contemporáneo, donde todo vale


La Opera, el Auditorio, el Music Center, teatros y museos están ubicados en una larga y céntrica avenida y sus proximidades. Son modernos edificios cuyo principal elemento constructivo es el cristal, para aprovechar así los escasos rayos de sol. Rayos de sol que también saben utilizar para el esparcimiento


Y con este magnífico broche final, llegó el momento de las despedidas y la temporal separación. Sofía debe volver a Madrid, y yo continuar ruta para cerrar el círculo nórdico.
En nuestro último día juntos madrugamos para aprovechar las últimas horas en la ciudad con un matutino paseo por sus calles y parques. También aproveché para gestionar una colada de emergencia en la única lavandería que he encontrado entre Noruega y Finlandia. Reorganizar armarios y maletero fue lo siguiente, mientras ella ultimaba la maleta.
El almuerzo y un revolcón de despedida fue lo último antes de poner rumbo al aeropuerto.

Tras la facturación, la tarde fue algo extraña. De nuevo solo después de tantos días y la cabeza que no deja de dar vueltas. La mejor solución.... volver a la normalidad.
Un pueblo nuevo que visitar, un paseo, unas fotos y para casa. Un par de cervezas y un buen montón de cacahuetes son el mejor acompañamiento para un par de películas que me sirven de desconexión.

Al día siguiente vuelta al tajo.
Lahti me mostró el valor que se le da a los saltos de trampolín de invierno, posiblemente el deporte nacional junto con el hockey sobre hielo. Imponentes e impecables instalaciones, practicables incluso en verano.


En Hämeenlinna pasé varios días bien entretenido. Un gran castillo medieval de rojos ladrillos es el adorno perfecto para uno de los lagos que rodea la ciudad.


Se completa la postal con el Parque Nacional Urbano Aulanko, donde encontré un magnífico aparcamiento con barbacoa, zona de baño y un sinfín de caminos y senderos para pasear o correr. El parque se extiende por una colina coronada por una gran torre de granito que ofrece unas vistas impagables.


La guinda de la visita fue un fin de semana de carreras en el circuito de velocidad de la misma población. Fueron muy entretenidas y variadas, donde los más divertidos fueron estos prototipos retro


Ahora solo queda visitar Turku, punto y final a la aventura finlandesa, donde un ferry me llevará hasta Estocolmo, Suecia, atravesando el Mar Báltico en una travesía de 10 horas.


PD: Y para el club de los autos locos, he aquí una muestra del poder del tunning y la imaginación



                                                   frente al poderío del dinero.






                                   Dedicado a Sofía,       la mejor compañera,       la mejor compañía