Este país se está
convirtiendo en el tapado del viaje. A la ya comentada facilidad de
acceso a los servicios básicos (supermercados, gasolineras) y a lo
asequible de sus precios (la gasolina es más barata que en Italia o
Alemania), se suma una variedad de paisajes y atractivos turísticos
desconocidos hasta ahora (aunque por desgracia éstos suelen tener
unos precios algo elevados).
Tras la memorable entrada
por la carretera alpina del Grossglockner, ahora llega el turno de los lagos de la región de Salzkammergut,
que junto con
Hallstatt y las montañas Dachstein, han sido reconocidos como
paisaje cultural Patrimonio Mundial de la Humanidad.
El
lago Gosausee
fue el primero en aparecer. Enclavado en un estrecho valle glaciar al
final de una carretera, ofrece al visitante unas magníficas vistas,
la posibilidad de afrontar buenas rutas de montaña o de dar un
simple paseo por su orilla con la opción de un refrescante baño si
el día acompaña. Incluso se puede navegar o practicar el
submarinismo.
Luego
fue el impresionante entorno del lago Hallstätter
quien se presentó de repente tras 17 kms de curvas.
En
su estrecha orilla se asentaron hace 9000 años algunos cazadores
neolíticos atraídos por sus manantiales de aguas salinas. Pero
fueron los celtas a partir del s.VIII aC quienes verdaderamente
explotaron este lugar mediante minas de sal. Éste fue el origen de
Hallstatt,
que hoy sigue aprovechando las minas como gran reclamo turístico
mediante una fascinante y divertida visita ( ¡ojo, la broma cuesta
21€! ).
No son las únicas minas de sal de la región. También
hubo explotaciones en Altausee, Hallein y Berchtesgaden (Alemania),
convertidas ahora en atractivas, pero similares, atracciones lúdicas.
La belleza del pueblo es incuestionable. Apiñadas casas
de madera delicadamente adornadas a lo largo de dos calles peatonales,
innumerables miradores, entre los que destaca la Torre Rudolf, a la que se puede subir en funicular o a pie, y
desde donde se accede a las minas.
Su cementerio reserva la visita más exótica del
municipio: el osario. Debido a las pequeñas dimensiones del
camposanto, cada 15 años recogen la cosecha de huesos para dar
cabida a los nuevos inquilinos. Así, los más coquetos pasan a
ocupar las dependencias del osario, donde sus familiares se encargan
de dejarlos bien guapos para las visitas.
Y a sólo 8 kms se encuentra el funicular Krippenstein,
mediante el que se accede a las montañas Dachstein, donde, a parte
de infinitas rutas, se pueden visitar dos grandes cuevas: Mamut y
Eishöle (otra increíble cueva de hielo). Pero mi apretado
presupuesto no es capaz de abarcar tantas posibilidades turísticas,
más aún cuando éstas se van repitiendo a lo largo del viaje:
cuevas de hielo, minas de sal, teleféricos, etc.
Con tanta belleza a mi alrededor, que no le extrañe a
nadie que rondara por estos parajes durante 4 días, y más habiendo
encontrado un lugar donde instalarme que me obsequiaba todos los días
con unas vistas y una playa como ésta.
Sólo con un chapuzón o con poder comer contemplando el
panorama ya me justificaba la estancia.
Tras
despedirme del lugar con una buena … , el lago
Wolfgangsee
fue el siguiente de la ruta, con el pueblo homónimo asentado en su
orilla. Pero éste es tan turístico que se les ha ido de las manos y
está tan masificado que por momentos me ha recordado a Lloret de
Mar. No quedando ni un sólo metro de orilla accesible al público.
Toda ha sido acaparada por campings, hoteles y propiedades
particulares. Una pena.
Aunque
a escasos 7 kms existe la posibilidad de pasar un tranquilo día en
el pequeño lago
Schwarzensee,
que se puede rodear en un agradable paseo de 1 hora mientras decides
en cual de sus pequeñas playas bañarte.
Posteriormente llegó
Hallein
y su mina de sal, que relevó al la de Hallstatt en el
s.IV aC. Hoy el modelo extractivo ha cambiado, y mediante lagos
subterráneos disuelven la sal del terreno para bombear y tratar
posteriormente el agua. Y esta vez sí tocaba visita, aprovechando un
descuento que llevaba guardando desde la visita al castillo de
Werfen. Un chollo que dejaba la cosa en 16,8€.
La visita recorre túneles
a pie o montado en un pequeño tren, navega por uno de los lagos y
desciende de galería a través de toboganes.
Y al final del recorrido un minero celta, atrapado tras un derrumbe, momificado y
más salado que un bacalao, se despide
del visitante.
A pocos kilómetros de
aquí se encuentra la histórica “ciudad de la sal”, Salzburgo,
también Patrimonio. Este producto enriqueció a la capital de la
región durante muchos siglos, comerciando con ella por toda Europa y
más allá. Pero fue en el s.XVI, y gracias a un príncipe-arzobispo
sin estudios pero muy hábil para los negocios, cuando la ciudad
adquirió su atractivo aspecto actual, construyéndose la catedral,
la fortaleza y muchos otros edificios.
Atravesada por el río
Salzach y enclavada entre dos colinas, si se sube a cualquiera de
ellas, las vistas que se obtienen proporcionan una bonita postal de
la ciudad,
de día o de
noche. Sólo hacen falta ganas de andar subiendo y bajando caminos o
de rascare el bolsillo con funiculares o ascensores.
Los mayores reclamos son
la gran fortaleza Hohensalzburg
y el espectacular interior
de la catedral. Ambas construcciones son visibles desde cualquier
punto de la ciudad.
También se puede pasear
por sus abarrotadas calles admirando sus edificios, contemplando
escaparates o disfrutando de bares y restaurantes. Todo ello decorado
con bellos letreros de hierro forjado, muy típicos en Austria.
Éste último
pertenece la prestigiosa y antigua bodega de cerveza Stiegl, hoy
transformada en restaurante y biergarten.
La nueva sede ofrece al visitante un tour
multimedia por su instalaciones, bar, restaurante y varias
degustaciones al final del recorrido.
Otras decoraciones urbanas
son más modernas, y siempre se les encuentra una utilidad.
Pero si el turista se
decanta más por una versión cultural de Salzburgo, no debe perderse
el veraniego Festival de música clásica, que llena la ciudad de
escenarios, muchos de ellos ubicados en el desproporcionado número
de iglesia que pueblan el centro urbano.
Y si lo que les pone es
el mundo del motor y la velocidad, la empresa austriaca Red Bull ha
montado su museo en un moderno hangar del aeropuerto (
www.hangar-7.com ), donde
expone todo tipo de vehículos por ella patrocinados.
Salzburgo ha resultado
ser una pequeña ciudad de 150 mil habitantes con una variada e
inagotable oferta lúdica y cultural capaz de dejar satisfecho al más
exigente.
¡¡¡ Felices vacaciones
!!!
30 de julio, expectativas de vacacionar: 0. Envidia que me provocan tus palabras: nivel superlativo! Disfruta cariño, es lo único que te vas a llevar puesto y que me consuela!!!!
ResponderEliminarMi niño !!! Como lo estás gozando, ehhh !!!! Sigue así, nos subes el ánimo. Muchos besicos
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